lunes, 17 de noviembre de 2008

¿De dónde salió esta comisión?

Para comenzar nuestro boletín, nos parece apropiado contar de dónde venimos (y hacia dónde vamos). La conformación de la Comisión por el Presupuesto fue propuesta en una de las tantas asambleas que se sucedieron durante septiembre, en las semanas de tomas (junto con otras comisiones de trabajo que se organizaron al calor del conflicto: la comisión de iniciativa, la comisión de prensa y difusión, la comisión de seguridad, etc.). Y surgió de la necesidad y de la preocupación de muchos compañeros (agrupados e independientes) que participaron en las medidas y actividades que se realizaron durante esas semanas, compañeros que vieron que era necesario abrir espacios de participación y de debate, ya que las instancias que nos estábamos dando comenzaban a mostrar sus limitaciones. Así y todo queremos dejar bien claro que para nosotros, desde el momento en que discutimos y nos movilizamos por el presupuesto como lo hicimos este año, estamos empezando a ejercer la posibilidad de la gestión de la universidad por todos los que están implicados en la educación.

Hemos terminado una pequeña etapa de agitación, (con sus también pequeños resultados, pero que es importante señalarlos, ya que demuestra que sólo podemos conseguir resultados organizándonos y luchando) y vemos en esta comisión el pequeño saldo que nos dio todo este proceso de lucha.

Entendemos que procesos como estos llegan a su fin por errores y falencias que debemos evaluar, pero sabemos que también vuelven a reanudarse, y por esto vemos en esta comisión la posibilidad de continuar el debate para estar mejor preparados para volver a salir a pelear. Así comenzamos las discusiones en nuestras reuniones, en torno al ahogo presupuestario que padecemos, sus consecuencias en nuestra cursada cotidiana, en la calidad de nuestra educación, en nuestro acceso a ella -que cada vez es mas difícil-, y a su vez buscamos encontrar la raíz de este problema, que es una tarea complicada pero necesaria, ya que si queremos erradicar este problema debemos encuadrarlo en sus causas mayores. Y creemos que tanta discusión tiene sus fines: nos juntamos para profundizar el análisis en el debate, para así poder profundizar la lucha. Por esto buscamos, a su vez, dilucidar cuáles son los pasos a seguir, cómo le damos continuidad a este proceso que se quedó trunco.

Para esto editamos este boletín, para dar a conocer los debates que aquí comenzamos e invitar, a su vez, a todos y todas los y las estudiantes y docentes de Filosofía y Letras a que se acerquen a continuarlo, para que la discusión esté en boca de todos. Vemos al boletín de la comisión como una herramienta. La idea es que este material aporte a discutir el cómo y el qué de la lucha. Como entendemos que las conquistas en cuanto a reclamos no se nos conceden, sino que las arrancamos con la lucha, y como entendemos que la lucha se hace mas fuerte con organización, y que la organización se hace más fuerte con el hacer de todos y todas, queremos dar a conocer este espacio para que crezca.

¿Qué es la lucha presupuestaria?

Este año ha mostrado que la lucha en todos los ámbitos de la educación pública sigue siendo un eje de construcción y de enfrentamiento. Vimos que en nivel primario y secundario docentes y estudiantes han dado una dura pelea por becas, viandas y salarios. En la universidad de Buenos Aires vimos como en Arquitectura se desarrolló la lucha contra los 180 despidos encubiertos; en Sociales la demanda de Edificio Único articuló la pelea; en Medicina la falta de gas y el atentado privatista del gobierno de Macri que intentó recortar las plazas para las prácticas laborales para la Facultad estatal a favor de las privadas fue el eje; en la sede de Merlo del CBC la lucha fue por mantener abierta la única sede del Oeste que pretendía ser cerrada.

Así, a comienzos del segundo cuatrimestre de 2008, al calor de todos estos conflictos, los estudiantes de filo nos organizamos y salimos a luchar por la educación pública, reclamando en primer término un aumento presupuestario expresado en la consigna: ¡Triplicación de presupuesto ya! La idea es aportar a que la consigna sea algo mas que una consigna. Fundamentar nuestra lucha es parte de la lucha.

¿En que se expresa la falta de presupuesto en filo?


En la enorme cantidad de docentes ad-honorem, los míseros salarios de los docentes que sí cobran, las pésimas condiciones edilicias y de cursada (aulas insuficientes e inadecuadas, techos que se caen, falta de luces de emergencia), la inexistencia de una guardería para las/los docentes, no-docentes y estudiantes madres/padres, la falta de oferta horaria, la inexistencia de boleto universitario.

Ante esta falta de presupuesto las autoridades de la facultad impulsan sistemáticamente la privatización de segmentos completos de la educación, como en el caso de los postgrados y el laboratorio de idiomas, así como la participación en negocios con empresas (como las pasantías laborales y los convenios con empresas). Esta generación de recursos que el Estado no aporta, vía privatización (el eufemismo con el que se nombran es “recursos genuinos”), funciona como un autoajuste. Frente al ahogo presupuestario no se enfrenta a la causa sino que se propone una adaptación privatista.


¿A que responde la falta de presupuesto?


Año tras año, gobierno tras gobierno, la educación pública y la salud pública han sido variable de ajuste cuando las cuentas del Estado no cierran. La prioridad del presupuesto estatal gira en torno a “honrar las deudas” y subsidiar a las patronales. Hoy, que vemos crecer una crisis económica mundial, de magnitudes solamente comparables con la crisis de los ’30, la educación, junto con las condiciones de vida de los trabajadores y la salud, será uno de los primeros en sufrirla. Sabemos que, como han hecho históricamente, el gobierno y la clase dominante buscarán descargar sobre la educación su crisis, profundizando la miseria en la que vive hoy, limitando el ingreso, reduciendo el presupuesto (directamente o a través de una devaluación de la moneda como proponen algunos sectores industriales y rurales), o bien rebajando el ya deplorable salario docente. En este sentido creemos que la lucha presupuestaria debe tomar más fuerza que nunca, peleando por la educación pública y gratuita, frenando los planes privatistas.

La universidad, a partir de la importante colaboración de autoridades y sus aliados (las famosas “camarillas”), no es ajena a esta dinámica del ajuste. Es que para los que manejan los hilos de este país y de la universidad, la formación profesional tiene que reducirse a generar adeptos a sus intereses. De esta manera, en carreras como ingeniería, medicina, o biología (por nombrar algunas) se busca que los profesionales aporten a la rentabilidad de las empresas, desarrollando medicamentos, maquinarias o tecnología para maximizar sus ganancias. En el caso de filo, y de las ciencias sociales, lo que se pretende es que los intelectuales hagan servicios sociales defendiendo las más oscuras y nefastas políticas: tal es el caso del dekano Trinchero, que ha defendido permanentemente a este gobierno, o L. A. Romero y Guariglia con la nefasta teoría de los dos demonios. También en nuestra formación como futuros docentes aprendemos a acostumbrarnos frente a las malas condiciones de estudio, y por lo tanto a no luchar por nuestros derechos, ni a formar a los estudiantes en el pensamiento crítico y antisistémico.

En definitiva, para controlar los planes de estudios, la formación profesional, e incluso al movimiento estudiantil, gobiernos de turno y empresarios buscan aumentar la restricción en el acceso a la educación: por medios directos como los filtros y exámenes de ingreso, o indirectos negando el acceso a becas, apuntes gratis, boleto estudiantil, etc. Conjuntamente, la promulgación de leyes de “regulación” como la LES o las nuevas propuestas de leyes de educación superior del gobierno K, habilitan esas prácticas de privatización encubierta donde todo lo que no sea el ciclo de grado se vuelve posible fuente de recursos “genuinos” para cada gestión.


La inflación castiga a todos…

la lucha por presupuesto y la lucha por salario.


Es muy común que la lucha universitaria sea disparada por la lucha salarial docente que muchas veces activa el movimiento espasmódico de los estudiantes, que resignifican la coyuntura en términos de lucha presupuestaria: un objetivo mas global pero que se reduce a la consigna, y que en los hechos funciona como movilización y presión para conseguir los aumentos salariales (ni siquiera siempre) y deja de lado el mentado aumento de presupuesto como consigna vacía nuevamente. Reproducimos así dos formas de la estructura universitaria: por un lado los docentes son el sujeto con iniciativa y preponderancia en la universidad; por otro lado reducimos (como hace el Estado hoy) el problema de presupuesto al problema salarial (mas del 90% del presupuesto es para cubrir salarios).

Para superar esta encrucijada de la lucha universitaria tenemos que desarrollar un pensamiento político distinto: la lucha por el salario en el contexto inflacionario no es sólo una lucha de cada gremio, debe ser una lucha social. El salario de los trabajadores es el salario directo que se percibe por las tareas desempeñadas; pero también existe un salario indirecto, que son una serie de bienes a los que se accede sin gastar directamente del salario propio, un acceso a mayores valores de uso sin que pasen como “gasto” del propio salario. Es decir, se definen las condiciones de reproducción de los trabajadores en términos más amplios de lo que estrictamente alcanza el poder adquisitivo de cada salario en particular. En general, la salud pública, la educación pública, centros culturales, bolsones de comida, guarderías, etc. funcionan de esta forma, como parte de nuestras condiciones de reproducción pero no “gastadas” directamente de nuestro salario particular. Casualmente en la universidad nos encontramos dentro de una de esas instituciones de educación pública, de ahí la necesidad de articular una política que de una respuesta más social que corporativa al problema del presupuesto.

La lucha por presupuesto debe plantearse como una lucha de reapropiación de recursos en la forma de salario indirecto: debemos articular con los docentes, pero no debemos alienar el planteo de presupuesto en el inciso 1 (el salarial) y mucho menos debemos poner por delante de las reivindicaciones generales la particularidad de los docentes. Reconozcámoslo, en los censos de la UBA sale que un 60% del estudiantado trabaja y financia sus estudios. ¿Cuántos de esos trabajadores estudiantes pueden negociar gremialmente sus salarios y conseguir aumentos? ¿Cuántos de esos estudiantes trabajadores podrían organizarse en el seno de la facultad y luchar por la disminución del “gasto” salarial que implica el estudio? Estudiar, lo sabemos nosotros que lo hacemos, es caro. Si uno quiere tener los libros, si uno quiere seguir al día las materias, si uno quiere especializarse, si uno quiere poder cursar todas las clases que da una materia, la cantidad de plata necesaria es realmente significativa.

Una de las consignas podría ser entonces que la lucha por presupuesto en la educación es una lucha contra la inflación que ataca principalmente al salario de los trabajadores. Esto además podría ayudar a redimensionar las luchas en otras instancias educativas mucho mas masivas que la misma universidad, como son las escuelas medias y primarias.


¿Por qué canales entra la guita y por donde se va?


Esta es una pregunta que nos hacemos todos, con la idea de poder modificar la respuesta. Democratizar la universidad es abandonar esa aceptación pasiva de que una pequeña camarilla con privilegios ‘administra’ -o más bien hace lo que se le canta- con lo que los estudiantes necesitamos para seguir estudiando.

Además de que el presupuesto es irrisorio, y cuesta mucho pensar cómo ese dinero “mantiene” la estructura de la universidad más grande del país, lo que también es preocupante es como ese presupuesto se maneja, y qué sucede en el medio que hace que los estudiantes no seamos dueños de lo que nos corresponde. Hablamos de una universidad donde los estudiantes somos la abrumadora mayoría. Y esta abrumadora mayoría no puede decidir sobre los destinos del dinero que ingresa a la facultad, ni qué quiere estudiar, cómo quiere hacerlo y para quién quiere hacerlo.

La gestión del presupuesto debe ser democrática, no podemos seguir dejándola en manos de las camarillas que se reparten la torta y llevan adelante el autoajuste. Lo verdaderamente democrático es la autogestión conjunta de estudiantes, docentes, no-docentes, y abierta a la comunidad. La discusión y distribución del presupuesto tiene que ser pública -no tras las bambalinas que garantizan las prebendas-. Es necesaria una discusión acorde ya no a sostener la actual universidad, sino a pensar los pasos hacia la construcción de una universidad libre y crítica del poder estatal y empresarial, que nos permita la aproximación a la realidad y no a la reproducción del orden actual. Esta mirada nos puede ayudar a romper con el cerco del mundillo universitario y propagar nuestra lucha en el resto de la sociedad, porque efectivamente la educación es un problema social. Lo es y no sólo por una cuestión económica, de pauperización material, de deterioro de los salarios reales, directos e indirectos; también lo es en igual plano de relevancia en contra de la pauperización cultural, de la dominación en el plano ideológico, dentro y fuera de este ámbito. Estos planos no están disociados.



De eso hablamos cuando pedimos democratización.


Que los estudiantes podamos apropiarnos de este lugar que ya nos pertenece formalmente, pero pasando a ser parte en la toma de decisiones. Básicamente estamos diciendo que mas allá de las diferencias de formación académica entre estudiantes y docentes, esto no debe llevarse al terreno de la política. Sabemos que su razonamiento elitista, llevado hasta el final, implica proponer el gobierno de los sabios para el país donde los “cultos” gobiernan a los “ignorantes”.


¿Qué está en juego en definitiva en la lucha presupuestaria?

La realidad es que, más allá de los números, la lucha por el presupuesto y la democratización es parte de la lucha por que la universidad no esté al servicio de los poderosos, sino que sea un espacio de formación donde puedan entrar los trabajadores y demás sectores populares con los menores sacrificios posibles. Y esto conjuntamente con la redefinición de las funciones que hoy cumple esta facultad, donde el ejercicio del pensar y la crítica sea accesible a las mayorías trabajadoras y se aporte a romper la división entre trabajo manual y trabajo intelectual (donde la producción de sabios es paralela a la producción de ignorantes) propia del sistema capitalista.


¿Por qué una comisión de lucha por presupuesto?


La comisión que conformamos al calor de las asambleas y del proceso de este cuatrimestre busca darle una continuidad al conflicto, desarrollando una instancia de participación de todos los estudiantes para debatir profundamente qué implica nuestra lucha, cómo organizarnos, y a partir de este intercambio llevar adelante nuestros reclamos.


La Universidad no tiene sólo un problema económico

¿Cómo articular el problema presupuestario con la producción de conocimiento?


Los procesos que se vienen dando en las distintas carreras de nuestra facultad (filosofía, antropología, historia, artes, etc) en relación con las posibles reformas de los planes de estudios vigentes, se encuentran directamente relacionados con los problemas del presupuesto. La primera vinculación es clara: pensar en nuevos planes de estudios es – entre otras cosas- pensar en nuevas materias, nuevos contenidos, cátedras paralelas, es decir, más cargos y más rentas.

Pero más allá de esta primera vinculación que salta a la vista, la relación entre las reformas de los planes de estudio y la lucha por el presupuesto es un poco más profunda. En casi todos los casos, los procesos de reflexión sobre la currícula de cada carrera surgen a partir de un cuestionamiento más amplio: qué se produce en la facultad, cómo se produce y para quien. Y si el ahogo presupuestario forma parte de una política estatal que ajusta cada vez más la educación pública, también el modo en que se organizan las distintas carreras responde a esta misma lógica.

Más allá de las pretensiones de autonomía y la aparente desvinculación que hay entre aquello que estudiamos en las aulas y la realidad que vivimos día a día, lo cierto es que en nuestra facultad se formas los intelectuales orgánicos de los distintos sectores de las clases dirigentes (hoy por hoy tenemos funcionarios estatales, escritores de diversos medios de comunicación, referentes del gobierno, el campo y otros sectores capitalistas). Y si esto es así, también el funcionamiento mismo de la facultad, desde la especialización, la fragmentación, las formas de examinación, la reproducción de saberes estériles, las formas de estudiar, y la apropiación individual de la producción de conocimiento, garantizan de diversas maneras que se reciban unos pocos, y con mayor frecuencia aquellos que están dispuestos a acatar las normas de la “forma académica”.

Entonces, si la lucha por el presupuesto y la democratización nos plantea la pregunta acerca de qué facultad queremos, para quién y cómo producimos conocimiento, en este camino nos hemos de encontrar inevitablemente con quienes – desde la reflexión sobre el plan de estudios de cada carrera – vienen formulándose esas mismas preguntas.


¿Cómo construir un pliego de reivindicaciones?


Tenemos que construir a la vez consignas y argumentos (un programa), para exigir una resolución por parte de las autoridades. Abajo siguen una serie de ideas. Claro que no todo va a ir con el mismo nivel de prioridad ni de urgencia. Esto es solo un aporte a lo que tenemos que construir entre todos: las prioridades y las estrategias. Simplemente presentamos acá una serie de problemas y argumentos.

Franja Horaria: Acá simplemente se trata de articular el tema de la cursada en varios niveles. Primero, que todas las materias se puedan cursar en su totalidad en todas las franjas horarias (los tres turnos: mañana, tarde y noche). Esto, así dicho, tendría implicancias directas sobre la planta docente, así como sobre la composición de las cátedras (cómo hacer para que el mismo titular de tres teóricos en los tres turnos). Además habría que recordar que los prácticos deberían poderse separar cuando superan los 30 estudiantes, como se hace en los cursos de media y EPB en provincia de buenos aires.

Títulos y analíticos: Hablamos de la necesaria aceleración de ambos trámites. En el caso de los analíticos no es tanto la aceleración de la entrega sino de la incorporación de las actas al porcentual de materias. En el caso de los títulos, todos sabemos que es necesario que al menos se respete el tiempo establecido de máximo 6 meses después de iniciado el trámite, como en la mayoría de las instituciones educativas. Esto es básicamente un reclamo de orden laboral: sabemos que por un lado con el 50% de las materias podemos desempeñarnos como docentes, y por otro el título en mano es lo que nos habilita a titularizar horas e inscribirnos en los listados oficiales y no complementarios.

Apuntes y libros: En el caso de Filosofía y Letras los libros y los apuntes son nuestras herramientas de trabajo principales, tanto en la formación de grado como en la continuidad de la formación en otras instancias, así como en el trabajo docente. El componente de gasto que implica tener toda una materia es bastante alto. Pretendemos pues reducirlo, llevarlo lo más posible a cero. De esta forma no solo disminuimos nuestro componente de gasto sino que también abrimos la posibilidad de pensar que sea más fácil el acceso al estudio universitario.

Necesitamos primero que nada que la facultad tenga una política de actualización de la biblioteca: todo libro citado en un programa debería estar en la biblioteca (al menos tres copias). Para agilizar esto se pueden unificar las bibliotecas de los institutos con la de la facultad, para poder disponer así de esos libros y revistas mas actualizadas, ya que los institutos funcionan en horarios complicados y muchas veces ni siquiera están en la facultad (en historia, en particular, están todos en 25 de mayo donde hacer una fotocopia es un suicidio).

Financiamiento completo de tres materias cuatrimestrales (becas de apuntes al 100%) universal ¿Por qué vamos a reducir las becas a la demostración de la falta de posibilidades para comprar los apuntes? En un contexto de inflación y precarización laboral las seguridades de salario en los mas jóvenes son irrisorias, y la educación para que realmente sea gratuita tiene que poder facilitar los materiales de estudio a los estudiantes.

Por último, siempre se puede llevar esta lucha hacia otros ámbitos: cuestionar el negocio editorial, exigir acuerdos con las editoriales donde haya una producción de las mismas destinadas a las universidades y que los estudiantes podamos disponer en las bibliotecas. Conseguir compilaciones internas de artículos y capítulos de libros que sirvan para cada materia de la facultad y que no se comercialicen sino que se entreguen a los estudiantes anotados en las materias.

Comedor Gratuito: Como en las escuelas primarias básicas (EPB) y en las escuelas secundarias básicas (ESB) de provincia de buenos aires, y en escuelas primarias y medias de capital federal, nos podemos plantear que la existencia de un comedor universitario, bajo gestión estudiantil, alivia la estadía en la facultad para aquellos que cursamos o trabajamos en ella. Tanto docentes, como no-docentes y estudiantes podríamos acceder a una comida en el marco de la facultad. Esto no sólo tendría efectos económicos sino que serviría para tener un espacio de reunión (esa maravilla de compartir la comida) entre todos los claustros, significativamente reducidos todos a una igualdad muy real: todos comemos mas allá de los títulos.

Laboratorio de idiomas: Tratándose de un departamento de la facultad ¿por qué es arancelado? En principio para los propios estudiantes de la UBA, pero también en general, debería ser gratuito como toda la educación. Esto tiene algunos problemas: el mas inmediato es que toca directamente al salario de los no-docentes que reciben parte de sus salarios de estos recursos. Es lo que llamamos política de desfinanciamiento y autoajuste, responder con recursos de espacios privatizados a lo que debería responder el ministerio de educación.

Postgrados: también planteamos acá la necesaria gratuidad real de los postgrados, como mínimo para todo egresado de la UBA, ya que acá se juega el acceso a títulos que implican la inserción en la carrera académica. Esto no debe implicar la contraprestación en forma de trabajo no remunerado.

Becas de estudio: Este tema es bastante desconocido por nosotros: ni sabemos cuántas hay, ni cuánto es el importe otorgado. Una beca de estudio permite al estudiante no trabajar para estudiar (al menos en parte, porque las que conocemos –por ejemplo, la Sarmiento- son bastante bajas). Entonces primero que nada está el tema de la masividad del otorgamiento de becas.

Pero también este reclamo tiene la capacidad de generar un discurso que permita acumular hacia fuera de la facultad, una suerte de discurso mas general que haga mella en la “sociedad” y legitime nuestra lucha, es decir una consigna y un discurso de legitimación sobre todo: becas de estudio equivalentes al costo real de vida. ¿Por qué esto? Pensamos que de esta forma se puede construir una idea doble: por un lado, esto plantea como horizonte que nuestra preocupación como jóvenes está en el trabajo en negro y mal pago, en el trabajo precarizado que nos obliga a hacer malabares para continuar cualquier actividad que no sea la disponibilidad hacia el trabajo. Así nos presentamos con una reivindicación a favor del blanqueo del trabajo. Además, decimos que el estudio así financiado permite el desarrollo educativo de la población hasta niveles universitarios sin la presión del día a día, lo cual también disminuiría la presión sobre el mercado de trabajo y generaría, a su vez, que la calificación de la mano de obra sea una posible presión al alza de los salarios.

¿Qué es un plan de lucha?


Así como creemos que hay que profundizar en la construcción del pliego de reivindicaciones también creemos que hay que definir con más precisión que es un plan de lucha.

Un plan, una serie de pasos, una serie de acciones, que en su continuidad se definen como plan de lucha con el objetivo de forzar a las autoridades a que reconozcan y respondan a nuestros reclamos.

Por lo tanto el plan de acción debe ser una serie de medidas (graduales, que crecen en extensión y confrontación) que permita obtener una respuesta favorable. Claro que esto se define evaluando las fuerzas propias y las demandas que tenemos (toma de facultad, escrache al decanato, marchas al ministerio o al rectorado, cortes de calles, volanteadas, jornadas de discusión, clases públicas, radio abierta, etc.).

Una tarea pendiente de nuestro movimiento es la construcción conjunta de un pliego de reivindicaciones y un plan de lucha para conseguirlas.